En estos días de mucho frío y aire apenas se pueden ver aves volando o yendo de arbusto en arbusto. Ellos también tienen frío y se sentirán mejor refugiados en algún lugar. Pese a ello y a la baja temperatura me dirigí a la zona del Puente del Diablo (acueducto romano), en Tarragona.
Una vez "in situ" pude observar algún petirrojo que se acercaba bastante por allí donde pasaba, cosa que me sorprendió bastante, ya que al acercase cualquier ave sale rápidamente volando. Posiblemente estén acostumbrados al ser humano ya que es una zona por la que suele pasar bastante gente incluyendo que hay una zona de picnic. Esto ocurrió en el día de ayer y volviendo se me ocurrió la idea de que si le dejaba algo de comida quizá conseguía que se acercara más y así conseguir grabarlo y sacar algunas fotografías.
Y allí que me fui de nuevo con algunos arándanos, ya que les gustan las bayas y los frutos además de los insectos. Una vez llegué me puse manos a la obra, no tardó mucho en aparecer el primero, hice pedacitos un arándano y lo dejé. Parecía que la cosa funcionaba y el pájaro cogía confianza e intenté ofrecerle otro arándano en la palma de mi mano.
Experimento fallido. Parecía confiado pero no para tanto. Más tarde me dirigí a la zona de picnic, dejé más trozos sobre la mesa, coloqué la cámara y me senté. Después de un rato de espera no tardó en aparecer otro merodeando por la zona, de arbusto en arbusto, acercándose cada vez más con cautela, hasta que llegó a la mesa. En ella se posó, tomó un trozo de arándano y se fue. Un rato después allí estaba de nuevo, vino a por más, pero esta vez estuvo más tiempo e incluso me regaló un tímido canto a cambio de la comida. Había hecho un nuevo amigo.
Transcurrió una hora, entretenido fotografiando y grabando a este simpático pájaro. Pero no os cuento más, el resto os dejo que lo veáis en el video que sigue a este texto. En la próxima entrada hablaré más en profundidad sobre los petirrojos.
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